-Me voy lejos, padre, por eso
vengo a darle el aviso.
–¿Y pa ónde te vas, si se puede
saber?
–Me voy pal norte.
–¿Y allá pos pa qué? ¿No tienes
aquí tu negocio? ¿No estás metido en la merca de puercos?
–Estaba. Ora ya no. No deja. La
semana pasada no conseguimos pa comer y en la antepasada comimos puros
quelites. Hay hambre, padre; usté ni se las huele porque vive bien.
–¿Qué estás ahí diciendo?
–Pos que hay hambre. Usté no lo
siente. Usté vende sus cuetes y sus salpericos y la pólvora y con eso la va
pasando. Mientras haiga funciones, le lloverá el dinero; pero uno no, padre. Ya
naide cría puercos en este tiempo. Y si los cría pos se los come. Y si los
vende, los vende caros. Y no hay dinero para mercarlos, demás de esto. Se acabó
el negocio, padre.
–¿Y qué diablos vas a hacer al
Norte?
–Pos a ganar dinero. Ya ve
usté, el Carmelo volvió rico, trajo hasta un gramófono y cobra la música a
cinco centavos. De a parejo, desde un danzón hasta la Anderson esa que canta
canciones tristes; de a todo, por igual, y gana su buen dinerito y hasta hacen
cola pa oír. Así que usté ve; no hay más que ir y volver. Por eso me voy.
Juan
Rulfo: “Paso al Norte” en El
llano en llamas (1953)
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